El mercado alimentario se ha llevado su buena parte de este cambio sin precedentes. A pesar de los efectos iniciales de la crisis, el mercado ha respondido con eficacia, sobre todo aportando soluciones a corto plazo para minimizar el riesgo de propagación, manteniendo abiertas las rutas de la cadena de suministro y modificando los envases. Sin embargo, es necesario revisar los compromisos a medio y largo plazo para reconstruir un sistema alimentario más resistente y sostenible, ya que los cambios sin precedentes pueden comprometer los esfuerzos realizados hasta ahora para alcanzar los ya ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Las políticas que acojan la investigación y los avances tecnológicos en respuesta rápida a los impactos determinarán el grado de daño en el mercado alimentario, principalmente en relación con la seguridad alimentaria y nutricional, el impacto medioambiental, la justicia social y la estructura de la cadena de suministro. Aunque la crisis ha exacerbado los problemas existentes y ha puesto de manifiesto las cadenas más débiles, crea una oportunidad para el mercado alimentario una rápida transformación sistemática.
Aspectos medioambientales y sociales
A la hora de reconstruir los sistemas alimentarios, no sólo deben tenerse en cuenta las repercusiones económicas, sino también las ecológicas y sociales. Por ejemplo, deben evitarse o minimizarse las intervenciones que puedan aumentar el consumo de agua, energía y combustibles no renovables. Son esenciales sistemas agrícolas inteligentes y adaptados al clima, y sistemas energéticos limpios y eficientes para procesar y almacenar los alimentos. La refrigeración y el enfriamiento energéticamente eficientes son un problema mundial y un área atractiva para los esfuerzos de investigación y desarrollo. Por ejemplo, la falta de espacio de almacenamiento en frío para alimentos perecederos fue un problema durante los periodos iniciales de la crisis, especialmente para los bancos de alimentos.
Las funciones deseables de los plásticos, unidas a una mayor preocupación por la seguridad, han aumentado la aceptación del material en la cadena de valor alimentaria. Por ejemplo, las entregas de comida para llevar, los envases desechables y de un solo uso, bolsas y utensilios, se envasan en empaques y recipientes de plástico. El uso obligatorio de equipos de protección individual desechables en el mercado alimentario también está aumentando las estrategias de eliminación y reciclaje de material de un solo uso. La cuestión debería abordarse en los planes medioambientales urbanos actualizados.
El aspecto social de los sistemas alimentarios, como los agricultores, los trabajadores del mercado y los consumidores, también es fundamental en las soluciones sistémicas para el desarrollo sostenible. Con los despidos masivos y la disminución de la jornada laboral, se prevé que se pierdan 400 millones de horas de trabajo a tiempo completo, según la Organización Internacional del Trabajo. Además, la mano de obra más vulnerable, como los trabajadores del sector informal, los jóvenes, las mujeres, los inmigrantes y los asalariados, son los más afectados. Por otra parte, el aumento de la demanda y de las ventas de determinadas categorías, incluidos los alimentos no perecederos, dificulta las operaciones manteniendo la distancia de seguridad en el trabajo.
El mercado alimentario depende en gran medida del trabajo humano. Mientras que las regiones de mayores ingresos pueden recurrir a instalaciones de procesamiento de alimentos equipadas con una rápida automatización, la situación puede ser más pronunciada en las regiones de bajos ingresos, donde la mano de obra humana sigue dirigiendo la cadena alimentaria. Por lo tanto, la transformación de la mano de obra del mercado alimentario puede comenzar con estrategias a corto y largo plazo para apoyar a los trabajadores vulnerables, los operadores, los pequeños agricultores y los trabajadores asalariados mediante pagos puntuales, donaciones de alimentos, préstamos y más subsidios por enfermedad.
El acceso a los alimentos también será uno de los principales problemas. Debido al COVID-19, se prevé que el número de personas que padecen hambre aguda alcance los 135-265 millones, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Tras la reducción del poder adquisitivo con los despidos y el desempleo, se espera un aumento de la malnutrición, sobre todo para las personas mayores, con bajos ingresos, de comunidades desplazadas o que sufren problemas de salud.
Son esenciales las redes de seguridad financiera, las donaciones adicionales de alimentos durante el cierre de las escuelas para quienes dependen de ellas para los planes de comidas, y la relajación de los criterios de elegibilidad para recibir ayuda alimentaria. Se ha comprobado que el Programa de Asistencia Nutricional Complementaria (SNAP) reduce la inseguridad alimentaria en un 30%. Sin embargo, esto no es suficiente para mantener una dieta sana con las prestaciones del SNAP debido a los elevados costes de las dietas ricas en frutas y verduras, según el estudio.
Una opción es modernizar los programas de cupones de alimentos para incluir incentivos a la compra de alimentos frescos. Un enfoque similar puede aplicarse para educar a los consumidores con mayor poder adquisitivo a adoptar dietas más sanas y sostenibles para aumentar la inmunidad contra las enfermedades.
Mejoras empresariales
La producción y el comercio deben continuar con una interrupción mínima para garantizar un suministro suficiente. Las empresas alimentarias parecen haberse adaptado bien a los cambios, modificando sus líneas de producción y capacidades y adoptando estrategias de venta y distribución omnicanal. Las medidas de distanciamiento social en las fronteras, junto con la modificación de la seguridad alimentaria y el control de la certificación, han aumentado el tiempo y el coste de los productos.
Las inversiones tácticas para la transformación de la línea de producción y la cadena de suministro que implican automatización, modificación y digitalización son fundamentales. Serán necesarios paquetes de recuperación a medio y largo plazo para mejorar la resistencia del sector alimentario. Por ejemplo, Canadá puso en marcha el Fondo de Tramitación de Emergencias, dotado con hasta 77,5 millones de dólares (59 millones de dólares estadounidenses), para ayudar a empresas viables y de probada eficacia a superar interrupciones inesperadas de su actividad.
Además, la rápida integración digital y las soluciones basadas en la nube en el sector alimentario pueden facilitar la recopilación de datos, la supervisión de procesos en tiempo real y el control de calidad, y permitir estrategias de intervención ágiles al tiempo que guían las operaciones de la planta de forma remota. Para los responsables de la toma de decisiones en el mercado alimentario es todo un reto asignar tiempo a proyectos sólidos de transformación digital en sus tareas cotidianas. A largo plazo, la implementación de la digitalización del sistema alimentario, como los componentes del Internet de los Alimentos (IoF), Big Data y Blockchain, aumentará la eficiencia de la producción, la cadena de suministro y los recursos, y reducirá las huellas medioambientales asociadas al producto.
Si a esto le sumamos el avance de las infraestructuras de comercio electrónico de alimentos y el uso generalizado de dispositivos inteligentes, el compromiso de los consumidores y oportunidades de marketing. Las tecnologías digitales también pueden ser cruciales para mejorar la sostenibilidad de las cadenas de valor alimentarias locales mediante la conexión de agricultores, fabricantes, comerciantes y consumidores, al tiempo que permiten el uso de herramientas avanzadas basadas en datos, como la combinación de datos meteorológicos y de cosecha para maximizar el rendimiento de los cultivos.
Los excedentes alimentarios también se han convertido en un reto debido a la evolución de la demanda. Muchos bancos de alimentos y organizaciones de redistribución se han esforzado por superar los problemas logísticos, de clasificación y reembalaje. Para apoyar a estas organizaciones y evitar que los excedentes de alimentos se conviertan en residuos, el Reino Unido concedió la Subvención de Emergencia para Excedentes de Alimentos COVID-19. También funcionaron las empresas y aplicaciones desarrolladas para compartir y redistribuir alimentos. Por ejemplo, la aplicación «Too Good to Go» floreció durante la pandemia, ayudando a los negocios de alimentación a ofrecer bolsas de comida a precios reducidos a los clientes.
En cuanto a los consumidores, se espera que cambien sus hábitos alimentarios, acostumbrados ahora a adquirir y consumir sus productos a través de distintos puntos de venta. Los cambios en los patrones de consumo han sido difíciles de predecir y pueden provocar cambios en la cadena de valor de los alimentos, lo que también puede percibirse como una oportunidad para los empresarios. El aumento de la comida casera y del consumo a domicilio a través de la comida para llevar o la entrega a domicilio tiene un impacto más pronunciado en los países con mayores ingresos. Ha aumentado el consumo de alimentos listos para el consumo y la compra de alimentos de larga duración a través del comercio electrónico. Además, los fabricantes están modificando sus envases para hacerlos más aptos para el consumo doméstico.
Identificar y adaptarse a mercados alternativos para las explotaciones que producen artículos específicos para la restauración puede ser todo un reto. En particular, el dióxido de carbono producido como subproducto de las instalaciones de producción de etanol se utiliza en sistemas alimentarios en aplicaciones de envase en atmósfera modificada en industrias cárnicas, lácteas y de productos frescos, así como de procesado y cerveza. Por lo tanto, las consecuencias imprevistas pueden ser perjudiciales si no se evalúan con un pensamiento sistémico.
Avanzar
Los últimos meses han demostrado la función esencial del mercado alimentario y el mayor aprecio de los consumidores por los envases. El suministro sostenible de alimentos nutritivos y seguros nos ayuda a combatir la enfermedad con el papel de los alimentos en el apoyo inmunológico. Incluso antes de COVID-19, la resistencia y sostenibilidad de los sistemas alimentarios necesitaban mejoras importantes. La pandemia ha puesto de manifiesto la urgencia de estas mejoras, al tiempo que ha creado retos adicionales para tener en cuenta futuras conmociones. La transformación requiere mucho trabajo y la inclusión de todas las partes interesadas con un enfoque sistémico. Se espera que eventos como la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios 2021 aumenten la concienciación sobre la importancia de una acción más integradora y aceleren las medidas de mejora hacia un sistema alimentario más sostenible.
Ziynet Boz, doctora en Tecnología e Investigación de Envases LLC.